Desde hace unos días, abro esperanzada la computadora con el anhelo de que haya una buena noticia, de leer o escuchar que el periodista de Coatzacoalcos, Gregorio Jiménez apareció con vida y está con su familia.
La pérdida de mis colegas, Regina Martínez y Víctor Báez Chino, con los que traté, platiqué, veía, leía, entrevisté, pero sobretodo reconocía como periodistas comprometidos, caló muy hondo. Fue una pérdida muy cercana. El monstruo tocó la puerta de Xalapa.
En estos tres años, nueve periodistas han muerto, seis con Gregorio están en la lista de desaparecidos y muchos más levantados, agredidos, amenazados por los medios y el Gobierno de ser despedidos, pero sobre todo con el terror psicológico de que la ola de secuestros, levantones y muerte regrese al estado y toque a nuestra propia puerta. Todo esto, ha generado otra reacción en nosotros.
Ya no es duda, temor paralizante, simple indignación o una conchuda indiferencia, al menos no en todos; la inacción de todos lados, medios, gobierno y autoridades, ha generado acción entre los periodistas. Ha despertado la agudeza para que del ruido silencioso estatal que calla por gusto o conveniencia resuene en ecos nacionales e internacionales.
La búsqueda de Gregorio Jiménez, un periodista que como el mismo Salvador Muñoz dice, no tuve el gusto de conocer, nos obliga a unirnos en un grito: “Queremos vivo al reportero Gregorio Jiménez de la Cruz” y este grito ha sonado duro y fuerte más en medios nacionales e internacionales que en el mismo estado, donde contados medios, sobre todo digitales, han dado seguimiento al tema.
Gregorio fue secuestrado por su trabajo como periodista, por denunciar la trata de migrantes, por dar seguimiento al caso y unir las pistas. El Gobierno lo sabe, el periodista sureño fue levantado por su trabajo.
Gregorio, hizo más al seguir su olfato periodístico que todo el tiempo y dinero que se ha gastado Arturo Bermúdez Zurita desde que está al frente de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz.
Esa investigación, el realizar su trabajo simple y llanamente como lo debiera hacer el estado como garante de la seguridad, es lo que tiene en estos momentos a Gregorio Jiménez lejos de su familia y con la terrible incertidumbre de que se convierta en el décimo periodista asesinado en los poco más de tres años del duartismo, del ginismo, del bermudezurismo, de la nada, de la represión, de la destrucción del estado.
El Gobierno, su área de inteligencia e investigación, sabe dónde está el periodista, sabe qué intereses tocó, a quiénes afectó, y ¿quizá hasta quiénes lo tienen?.
Ahora la pregunta es al gobernador y a su equipo, realmente le interesa la suerte del periodista, la vida del periodista, el futuro de la familia del periodista. ¿Qué prefieren, la vida del periodista o el dinero?
GOBERNAR CON AMIGOS.-El mandatario estatal Javier Duarte ha gobernado primero con compromisos de su antecesor Fidel Herrera Beltrán y luego, con sus amigos y nada le ha funcionado.
No pasa una semana sin que Veracruz sea nota estatal, nacional o internacional con un saldo negativo. Y lo peor, es que no hay reacciones acertadas, contención de crisis útiles, como le quiera llamar.
¿Por qué? Todos andan pensando en el futuro. El secretario de Gobierno, Erick Lagos quiere ser gobernador; el titular de la SSP, Arturo Bermúdez quiere ser de perdis, candidato a diputado; el titular de la Sedesol, Alberto Silva quiere ser gobernador; el titular de la Sefiplan, quiere ser Gobernador.
El titular de la SEV, Adolfo Mota quiere ser candidato a diputado por Xalapa urbano; la titular de Comunicación Social, Gina Domínguez anda viendo amarres para seguir en el visto bueno del próximo sexenio, apoyando a Alberto Silva en su campaña y haciéndole ojitos a José Yunes, así muchos etcéteras.
Hasta el gobernador apoya en la promoción de su homologo de Chiapas, Manuel Velasco, para cuando “llegue” a la Presidencia de la República, porque sabe que con Enrique Peña Nieto su mandato puede terminar en cualquier momento. Entonces, quién está a cargo de Veracruz.
¿Será? El problema no es la juventud, es el ego, la soberbia, el no escuchar, el no ver, el no rodearse de expertos.
Nos leemos el próximo viernes
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