Sin explicación, ni identificación alguna, irrumpieron en varias viviendas y con brutalidad sometieron a sus moradores. Destrozaron y se robaron lo poco que encontraron de valor.
Veracruz.-(Diario Presencia/Roberto Morales) Al ver a los seis sujetos, todos con pistolas y armas largas, descender de la camioneta blanca, doble cabina, frente a su casa, a Raquel le invadió el terror; no lo pensó dos veces, pese a los gritos que le ordenaban detenerse, con su bebita de seis meses en brazos, corrió internándose en el monte y, desesperada, cruzó con ella, a nado, el caudaloso río Pedregal, que separa los estados de Veracruz y Tabasco.
Con el rostro aun reflejando temor, la joven mujer contó a PRESENCIA que los hechos ocurrieron a las doce horas y media de la tarde, de antier domingo, cuando su esposo apenas se había retirado a realizar unas tareas de trabajo.
A menos de 200 metros de distancia y una media hora después, Mariela no corrió la misma suerte. Con un embarazo de cuatro meses, fue sorprendida junto con sus dos hermanos, Huber y Víctor, de 12 y 16 años de edad, respectivamente, por unos 10 sujetos que se transportaban en dos camionetas, entre ellas una tipo Van grande, que llegaron hasta su vivienda.
Armados hasta los dientes, los desconocidos que no portaban uniforme ni sus vehículos identificación alguna, los sometieron de manera brutal, sin importarle su condición de mujer embarazada ni que sus hermanos fueran menores de edad. Los arrojaron al suelo y con las botas encima del cuello, ante los reclamos de una explicación, les exigieron: “se callan el hocico”.
Ni Raquel, ni Mariela, saben qué era lo que buscaban los desconocidos. Nada les dijeron, sólo causaron destrozos y les robaron lo poco de valor que encontraron en sus casas.
María Raquel Díaz Vázquez cuenta con 23 años de edad, vive en el ejido Malpasito, a escasos metros de la súper carretera Las Choapas-Raudales-Ocozocoautla, la cual relató que eran los primeros minutos de las 12:30 horas del pasado domingo.
Díaz Vázquez salió con su esposo Macario Ramírez Cruz, de 31 años de edad, el cual es chofer de una camioneta de Transporte Mixto Rural. Ese día salieron de su vivienda y cuando regresaron él la dejó en la orilla de la carretera, pero al caminar unos pasos se percató que en la loma se encontraba una camioneta blanca, con varios sujetos a bordo, mismos que descendieron y le gritaron “venga para acá señora”.
Ella por temor, al ver a todos armados y de civil, corrió hacia el monte, dejando tirada sus chanclas y la mamila de su bebé de seis meses de edad, por lo que corrió hasta llegar al río Pedregal, el cual tiene 80 metros de ancho. En ese lugar, se encontró a un vecino y le pidió que le ayudara a cruzar. El valiente campesino cruzó al bebé nadando y ella atravesó el caudal sola.
Con sus pies lastimados caminó por más de 20 minutos, hasta llegar a Tabasco; allí pidió la ayuda de unos vecinos. Alrededor de las 13:00 horas, Rosalino Ramírez Velázquez, padre de Marcario, llegó a su vivienda y se percató que en la entrada de su casa estaban las pertenencias de su nuera.
En el interior de la vivienda de María Raquel, todo quedó revoloteado, pues el grupo armado se metió dañando la puerta; revisaron documentos y hasta en una bodega abrieron un hueco con un serrucho, sólo para ver en el interior de dicho lugar.
En el patio de esta vivienda se encontraba estacionada una camioneta Chevrolet, propiedad de un vecino, a la cual le destrozaron todos los cristales. Además abrieron el templo evangelista “Cristo de Paz”, donde revisaron.
Sin identificación, ni logotipo oficial de alguna corporación, estos sujetos realizaron lo que quisieron bajo total impunidad.
Eran los primeros minutos de las tres de la tarde. El mismo grupo armado, pero ahora en dos camionetas blancas, por lo menos 10 sujetos se metieron a la vivienda de Mariela Cruz Aguilar, de 27 años de edad, la cual estaba acompañada de sus dos hermanos, ya que su esposo Josué Méndez Notario, se encontraba trabajando.
Cruz Aguilar indicó que los sujetos armados le dijeron que se tirara al piso, y que no dijera nada. “Yo estaba con mis hermanos. Eran como 10 hombres armados. Les dije que si qué buscaban, les dije que si buscaban a mi esposo que no estaba. Traen orden de agarrar a mi esposo, y me dijeron: ‘No, ¡cállese el hocico o le ponemos un plomazo!’ “, relató la asustada mujer.
Con cuatro meses de embarazo, la humilde mujer dijo que sus hermanos también fueron sometidos por estas personas, los cuales revisaron la casa y se llevaron un teléfono celular, 400 pesos en efectivo y algunas cosas de valor.
Luego de los hechos esperaron algunas horas y dieron aviso a las autoridades, por lo que alrededor de las 20:00 horas, al lugar llegaron dos patrullas de la Policía Municipal, los cuales realizaron recorridos por las noches.
Pobladores entre los límites de Tabasco, Chiapas, Veracruz y Oaxaca, están expuestos a este tipo de situaciones, ya que carecen de comunicación, pues sólo funciona la señal de Unefon, pero para poder hablar tienen que subirse a las lomas. Además, las patrullas sólo llegan de vez en cuando y por las noche, por lo que en caso de alguna emergencia quedan totalmente desprotegidos, como sucedió el pasado domingo por la tarde.
Armados hasta los dientes, los desconocidos que no portaban uniforme ni sus vehículos identificación alguna, los sometieron de manera brutal.
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