Ignoro si el médico alemán que descubrió el mal tuvo algún paciente mexicano. Lo cierto es que algunos rasgos de la enfermedad parecen haber anidado en la clase política mexicana. No es cierto que, cuando toman posesión de algún cargo, los políticos juran cumplir y hacer cumplir la ley, pero una vez que tienen el cargo se les olvida semejante responsabilidad. Esa es la triste historia que hoy padecemos los ciudadanos de este país.
De acuerdo con Wikipedia, dicho padecimiento se evidencia mediante un “deterioro cognitivo y trastornos conductuales”. En Tabasco, por ejemplo, los políticos (los tropicales y los del altiplano) se disputan la paternidad de la persecución del exgobernador, Andrés Granier, mejor conocido como el químico; mientras que en sesudas investigaciones se da con el paradero de más de 80 millones de pesos que asombrosamente no son de nadie. El cuerpo del delito, mientras son peras o son manzanas, podría pasar a un fideicomiso y, mediante la presentación de proyectos, debería ser repartido entre las ONG´s locales a fin de impulsar programas de desarrollo, por los derechos humanos y, por sobre todo, de transparencia en el ejercicio público.
El viejo refrán nos recuerda que sólo los niños y los borrachos dicen la verdad. Pero hay de borrachos a borrachos. La sinceridad de Granier es escalofriante, sabe que mientras duraba su mandato no tendría límite alguno. Como sus correligionarios más cercanos o más lejanos, como Moreira, por ejemplo, ejercen el poder que los ciudadanos delegamos como si fuese patente de corzo para hacer y deshacer lo que les venga en gana. ¿alguien podría poner en duda esa predisposición de los políticos de viejo y no tan senécto cuño?
Granier sabe que no le alcanzará la vida para disfrutar de sus excesos, materializados en zapatos, camisas, trajes, etc. Pero su predisposición al uso orgiástico de las prendas o enseres domésticos que más le atraen se traduce en lenguaje popular como la fórmula perfecta del éxito. No me den, pónganme donde hay, frase coloquialmente empleada para abrirse paso en un mundo plagado de carencias de todo tipo. El político hace gala de sus excesos sin escrúpulo alguno en un mundo de jodidos (Emilio Azcárraga, dixit).
El exgober precioso de los tabasqueños simboliza la carrera política de un personaje que se encargó con esmero en dilapidar los recursos públicos y hacer de su gestión un día de shopping. Convertidos en reyezuelos, nuestros gobernantes no tienen pudor alguno para expresar descarnadamente que se encuentran “en plenitud del pinche poder” y decidir con la vanidad que les caracteriza las acciones que nos afectan. ¿qué horas son? Las que usted diga señor; es la frase corrosiva que pinta de cuerpo entero a nuestra clase política.
Si esto no fuese real, al menos tiene tintes de una película de terror. Salazar Mendiguchía en Chiapas se la pasó casi un sexenio encerrado en el Amate no por los delitos que cometió, sino porque su sucesor urdió un plan para vengarse de él. Otros exgobernadores en Veracruz han padecido el encierro derivado de una política mafiosa, donde se usa la ley no para determinar la comisión de delitos, sino para saciar apetitos vengativos. Semejante brutalidad convierte los hechos en tragedia. No hay experiencia ficcional que la colme, la realidad supera kilométricamente cualquier esfuerzo cinematográfico.
Hace no mucho tiempo, funcionarios de la Secretaría de Finanzas de Veracruz fueron sorprendidos con maletas repletas de dinero y, más allá del escándalo que significó el hallazgo, su peor castigo fue ser removidos de sus cargos. Más recientemente, nuevamente dicha secretaría vuelve a ser noticia y el encargado del despacho tiene que ser remplazado en el cargo por intentar usar los recursos de Oportunidades en beneficio del partido en el gobierno. De paso, el Pacto por México se tambalea gracias a las torpezas locales. Para desgracia nuestra, esa es la manera en que opera la clase política y aquí no hay color partidista que los distinga, todos terminan haciendo lo mismo porque el sistema les ofrece esos incentivos. No hay contrapesos, muchísimo menos un entramado institucional que destierre dichas prácticas o estimule el castigo ejemplar que las evite.
Ahora que estamos en campaña, más allá del carácter vacuo de las mismas, conviene recordar a la ciudadanía qué partidos o políticos son partidarios de la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión pública. Los ciudadanos debemos pasar ahora la factura a aquellos que han hecho muy poco por detener el clima de violencia hacia todos nosotros y, en particular, hacia los periodistas que realizan un trabajo casi heroico. ¿quién o quiénes darán la cara por los periodistas muertos o desterrados? ¿quién o quiénes nos han llevado a experimentar la miseria en la vida cotidiana, mientras los políticos pasan a formar parte del jet set internacional? ¿qué político considera acaso gobernar junto y no contra la ciudadanía? ¿quiénes son los partidarios de aplicar el iva a medicinas y alimentos? ¿quiénes son los responsables, por omisión o comisión, de las catástrofes ecológicas? ¿qué políticos o partidos son consecuentes con la necesidad de brindar mayores espacios a las mujeres? ¿qué políticos y partidos han hecho algo para erradicar la violencia hacia las mujeres? ¿qué partidos o políticos han hecho algo por los niños y jóvenes que deambulan por las calles sin expectativas de una vida mejor? ¿qué partidos o políticos están a favor de reconocer y ampliar los derechos a las minorías de todo tipo? ¿qué partidos o políticos están dispuestos a suscribir e instrumentar acciones concretas frente a la deuda histórica que se tiene con los pueblos indígenas? Así como estas, hay muchísimas más preguntas que deben darnos puntual respuesta aquellos que pretenden alcanzar un cargo público.
Frente al escaso poder del que gozamos los ciudadanos, este es el momento de hacer valer nuestra voz y dejar en el espacio público una muestra inequívoca de que nuestro voto no es un cheque en blanco para que los políticos hagan lo que se les da la gana. No importa que hoy tengamos que decidir entre el menos peor. Nuestra decidida participación frente a un escenario así, habrá de conducirnos con el tiempo a renovar una clase política podrida por la corrupción y la falta de escrúpulos para gobernar.
