Ciertos y relevantes sectores de la sociedad mexicana se han puesto en movimiento luego de las diez peguntas del cineasta Alfonso Cuarón al presidente Enrique Peña Nieto en torno a la reforma energética aprobada por el Congreso –en espera de las leyes secundarias- y ahora a su convocatoria a debates públicos y abiertos entre los más involucrados (gobierno federal, senadores, diputados, representantes de partidos, especialistas e interesados), en torno al mismo tema, desde donde se desprenden variadas y múltiples respuestas, lo cual tiene, como otros, mucha razón.
El propio ejecutivo lo expresó así en el 152 aniversario de la batalla del 5 de mayo en Puebla contra el ejército francés, sí al diálogo, es un gobierno receptivo y que escucha las demandas de la sociedad a la que representa, a la vez de ratificar su compromiso con la libertad de expresión y los derechos a la letra establecidos de los últimos dos siglos (incluidas guerras civiles).
Asuntos impensables hasta unas cuantas décadas y aun así hay sectores de gobierno y de poder nada accesibles a los nuevos tiempos de la crítica abierta, responsable y constructiva que no pocas veces ha frenado el autoritarismo también integrado y tan arraigado aun a buena parte de la cultura nacional en muchos ámbitos.
Así que a mover a México, en serio, a moverlo y que se pongan los sombreros los integrantes de la élite del poder (tantos secretarios, burócratas, gobernadores, alcaldes) los económicos, los sociales, pues por hacer y mucho hay de sobra.
Entre tales urgencias están por supuesto las leyes secundarias en materia energética, telecomunicaciones tan monopolizadas, hasta las pendientes de una de las más relevantes de la nueva administración, la educativa. (Oaxaca no armoniza).
Por eso cada que se habla de rezagos históricos y sociales se ha de reflexionar y profundizar aún más sobre esa realidad y se ha de incorporar la política como el instrumento, mandatado, de revertir situaciones no por conocidas, estudiadas, vistas en lo cotidiano, lamentables, con probidad, talento y hasta oportunidad.
Si el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México sostiene cada vez que puede la prisa por atender a casi siete millones de jóvenes con estudios truncos y empleos peor o medianamente remunerados –antes de emigrar hacia Estados Unidos o hacerse parte del crimen organizado, por referir dos vías- es motivo también de un debate y entrarle de lleno a este asunto.
Hace unas cuantas semanas el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) en su informe anual ante el Congreso, hizo énfasis a los aspectos que por décadas de conformismo se han agudizado, como son la “inequidad educativa, la población indígena, el preescolar, el trabajo infantil, la deserción y, por último, la conveniencia de continuar con las políticas que ya se están impulsando en esta administración para fortalecer a la escuela asegurando la normalidad mínima e impulsando su autonomía.
Es necesario “concentrar la atención en aquellas escuelas que se encuentran en condiciones especialmente desfavorecidas debido a su infraestructura y equipamiento, a su organización y personal incompletos o a la mayor deserción de sus alumnos”.
Suelta el INEE algunas cifras de prioridad, como las señaladas: en el ciclo escolar 2012-2013 se registraron 4.8 millones de niños de 3 a 4 años y de 13 a 17 años, es decir los que tienen que entrar a preescolar y los que han de llegar a la educación media superior. Si bien en el gradoprimario hay acceso casi a la demanda total, eso no significa que muchos no son inscritos al preescolar y que muchos jóvenes se ven obligados a salir de las aulas porque de plano no pueden o porque necesitan trabajar en el sustento familiar y ya no entran a la media superior.
Así que no hay que darle muchas vueltas: diálogo, debates, acción en un país en pleno estadio de globalización al cual lo afectan desaceleraciones económicas, desempleo y sub empleo, guerra al crimen organizado (cifras muy conocidas) que exigen políticas públicas a la altura de las condicionantes, parte en la que los mentores, todos, tienen su cuota de participación.
