Mario Leonel: El Che que hablaba tseltal

A un lustro del asesinato del periodista mexicano en Yajalón, Chiapas, los autores intelectuales continúan impunes. Esta es la historia de un comunicador que dio voz a los indígenas tseltales y choles, pero se encontró con una barrera de impunidad, corrupción política y narcotráfico que culminó en su asesinato

JORGE MORALES

Chiapas, México. El asesinato del periodista chiapaneco Mario Leonel Gómez Sánchez (Yajalón 1977 – 2018), “El Che”, como era conocido, es una herida que no cierra.

Al cumplirse cinco años de su asesinato y a pesar de que la Fiscalía de Chiapas ha presumido detenciones y sentencias contra algunos de los autores materiales -todos ellos involucrados en actividades de narcomenudeo en Yajalón, el crimen está lejos de haberse resuelto, ya que los autores intelectuales siguen impunes.

La Fiscalía no ha investigado la vertiente periodística de Mario ni a dos individuos apodados ‘El Elote’, el sobrenombre con el que se identifica el mismo alcalde de Yajalón, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Juan Manuel Utrilla Constantino y “El Chorizo”, Joaquín Arturo Flores Hernández, su lugarteniente y hombre de todas las confianzas, quien además lidera a un grupo armado de choque que siembra el terror en la región.

Ambos son señalados por supuestamente ordenar la ejecución del periodista a cuatro tiros en las afueras de su domicilio.

En la lista de personas que amenazaron al periodista también se incluyen allegados al ex diputado federal del PVEM, Leonardo Rafael Guirao Aguilar, quien, al igual que Utrilla Constantino, es intocable para la justicia chiapaneca.

La siguiente es una historia de la impunidad en el corazón del estado sureño de Chiapas, el más pobre de México, que revela cómo el narcotráfico se expande en los lugares más recónditos del país, en medio de un contexto de creciente descomposición. Pero también es la historia de un periodista que consideró al periodismo como una vía para combatir las injusticias de su pueblo.

PARAISO PERDIDO

Yajalón –castellanizado del tseltal, originalmente Yashalúm, significa tierra verde -, es un municipio chiapaneco de apenas 40 mil habitantes, en su mayoría indígenas, conectado con los municipios de Chilón, Sabanilla, Salto de Agua, Sitalá, Tila y Tumbalá, bordean en una agreste serranía, los límites de la llamada Selva Lacandona y la zona de Los Altos de Chiapas.

La región es mundialmente famosa por su exuberancia selvática e impresionantes cascadas de agua azul, que nacen de la confluencia de los ríos Agua Azul, Shumuljá y Tulijá; pero detrás de esta imagen de postal que sólo conocen los turistas que van de paso, laten profundas injusticias.

Yajalón, además de ser el municipio más desigual de Chiapas (índice de GINI), el 90 por ciento de su población, de mayoría indígena, está hundida en la pobreza y la miseria, con altas tasas de analfabetismo. Apenas el 7.40 por ciento de sus habitantes tienen estudios nivel superior. (INEGI-CONEVAL).

Pese a ello, la corrupción de sus gobernantes es moneda corriente: el actual presidente municipal, Juan Manuel Utrilla Constantino, quien se llama así mismo como “El Elote”, heredero de un cacicazgo familiar enquistado desde hace años en el poder local, quien gusta exhibir su vida ostentosa en redes, registró desvíos del erario público por casi 36 millones de pesos en el primer período de su administración (2018-2021) por inflar obras con sobrecostos o pretender justificar el ejercicio de recursos con recibos falsos o alterados, de acuerdo con la Auditoría Superior de Chiapas.

Sin embargo, lejos de recibir un castigo, fue electo para un segundo período de gobierno (2021-2024). Ahora ya perfila a su primo, Juan Alberto Utrilla López, para sucederlo en el cargo de alcalde de Yajalón.

El alcalde de Yajalón, Juan Manuel Utrilla, anunció con una avioneta y una gran fiesta el género del bebé que esperaba con su segunda esposa

 “EL CHE”, VOZ DE LOS INDÍGENAS

El homicidio de “El Che”, Mario Gómez, quien dio fue voz a los indígenas tseltales y choles, además de una herida familiar, ha dejado desolados a los pobladores, quienes viven entre el miedo y el silencio. El periodista con sus escritos denunciaba la corrupción de los gobiernos locales y la creciente delincuencia, que ha impactado a toda una región.

Mario Gómez –hablante de español y tseltal-, estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Chiapas en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, en donde fue conocido como “El Che”, por calzar botas de obrero, usar playeras alusivas al líder guerrillero y hasta boina.

En esa época destacó además como líder estudiantil del movimiento opositor al incremento de tarifas del transporte público, que movilizó a cientos de jóvenes chiapanecos en el año 2002.

El periodista Vinicio Portela, director de Agencia 55, quien coincidió con Mario en la Facultad y fue otro de los líderes del movimiento, reconoce que su papel fue clave para frenar una medida que habría afectado la economía de los estudiantes, en un estado lastrado por la pobreza endémica.

Su muerte, dice, ha sido un mal augurio para la libertad de expresión en Chiapas, pues “mandó el mensaje de que los periodistas que hagamos investigación estamos en riesgo de ser callados y pagar con la vida”; ahora menciona que otros periodistas que colaboraban con Mario cubriendo la zona indígena, se han ido de allí.

La periodista Claudia Lobatón, de Meganoticias, otra coetánea de Mario y quien lo recuerda como “El Che”, señala que “era un referente como periodista”, en temas como la corrupción de políticos locales, crímenes o abusos contra indígenas.

“A veces me hablaba y me decía, ‘oye hermanita, hay una señora con este problema, cómo ves, te paso su número y le marcas’; más que cumplir con su cuota de notas, lo que buscaba era darle voz a la gente oprimida”, recuerda.

“Por eso tenía muchos problemas cuando ventilaba la corrupción de los alcaldes y entonces hablaban a los periódicos en los que colaboraba para que lo presionaran, pero él seguía publicando, aunque fuera en su propio Facebook”.

Nancy Gómez dice que su hermano tenía un gran interés en denunciar las injusticias que padecían indígenas de la región.

“En los periódicos en los que colaboraba (El Heraldo de Chiapas y otros) le pagaban muy poquito, a veces no tenía ni para ir a cobrar a Tuxtla Gutiérrez (capital de Chiapas) y pedía que le hiciéramos el favor. Para cubrir algún evento fuera del municipio, él se coordinaba con alguien y, i tenía que levantarse a las tres y media de la mañana, lo hacía con tal de conseguir un aventón gratis”, dice.

Meses antes de ser asesinado, habló con Mario para advertirle que la situación en Yajalón y municipios aledaños se estaba poniendo “cada vez más caliente”, ante la violencia creciente y el surgimiento de grupos de choque auspiciados por políticos como el hoy alcalde de Yajalón, quien los utilizaba para amedrentar a sus oponentes y cuyos miembros, se comprobaría más tarde, cometían delitos.

“Por un mísero sueldo te van a matar”, le dijo, desesperada porque su hermano acumulaba amenazas y la Fiscalía de Chiapas nunca lo tomó en serio, ni garantizó su protección.  

En otra ocasión, le comentó: “oye, están buscando licenciados en el CBTA, anímate, le dije, y él me respondió: pero es mi chamba, me gusta esto (el periodismo). No lo voy a dejar, me paguen lo que me paguen”.

“Defendía mucho a la gente y por eso venían a buscarlo a la casa”, recuerda su hermana.

Ya xjú ma xjú (ya shú ma shú, en español) era la expresión escuchada al final de cada plática entre Mario y los indígenas tseltales que iban a verlo. “¿Se puede o no se puede?”, entonces Mario asentía y hacía la gestión correspondiente para resolver sus problemas o ventilaba sus denuncias.

Por eso, dice Nancy, “la gente de la comunidad le llevaba huevitos, un pollito o solo le daba las gracias. Me decía: no me gusta cobrar porque pobre gente, si yo no tengo dinero, ellos menos”.

LAS AMENAZAS

Las amenazas comenzaron en 2016, cuando Mario denunció un fraude de venta de plazas de gobierno realizado por allegados al entonces diputado federal del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Leonardo Rafael Guirao Aguilar. Un mensaje publicado por una cuenta de Facebook le advirtió de que “vendrían por su cabeza”.

Las amenazas continuaron, el 21 de agosto de 2017 recibió un mensaje telefónico anónimo de que “no se estuviera metiendo en cosas o iban a actuar de otra manera”. Nunca supo cuál de sus publicaciones causó molestias.

Un coctel explosivo de violencia y drogas, acelerado por la disputa política, marcó el punto más álgido en 2018 con la llegada del actual alcalde de Yajalón, Juan Manuel Utrilla Constantino; la violencia cobró la vida de doce personas en esa localidad. Además, según registros oficiales, hubo al menos nueve incidentes de narcomenudeo en el poblado.

 

 

CRIMEN Y POLÍTICA

 

Poco antes de ser asesinado, Mario cubría una ola de desapariciones y ataques a niñas indígenas. También indagaba sobre la creación de un relleno sanitario en terrenos ejidales, próximos a un venero de agua que aprovechaban pobladores.

Consciente de su entorno peligroso, instaló un equipo de videovigilancia en el exterior de su domicilio ubicado en el barrio San Martín de Yajalón.

Alrededor de las 18:00 horas del 21 de septiembre de 2018, esas cámaras grabaron el momento de su ataque por parte de dos sujetos a bordo de una motocicleta.
Video: asesinato de Mario Gómez en Yajalón, Chiapas, México

Cerca de ahí, otros más realizaban labores de vigilancia. Estas evidencias y las declaraciones de testigos directos del hecho fueron clave para identificar y detener a los responsables. Hasta la fecha, tres sujetos: Juan David Martínez Trujillo, alias El Machaca; Oscar Leyver Acosta González, alias El Zapatudo y Juan Pablo Pinto Gutiérrez, han sido condenados por el homicidio de Mario. Recientemente, las autoridades anunciaron la detención de otros presuntos implicados.

¿QUIÉNES SON LOS SENTENCIADOS?

De acuerdo con los registros de la investigación a la que se tuvo acceso, estos sujetos son miembros de un grupo delictivo dedicada a la venta de droga a indígenas de Yajalón.

Personas consultadas para este reportaje, que pidieron el anonimato por temor a represalias, asociaron a estos sujetos como integrantes del equipo que “operó” para la campaña del actual alcalde de Juan Manuel Utrilla Constantino. Otros testimonios que figuran en la investigación lo corroboran.

Un testigo directo refiere haber acudido el 20 de septiembre de 2018 a la casa de Juan David Martínez Trujillo, alias “El Machaca”, el líder de la banda, a comprar droga para su venta y haber presenciado cuando éste propuso a su cómplice Oscar Leyver Acosta González, alias “El Zapatudo”, asesinar al periodista por $10, 000 (diez mil pesos).

Le dijo “que se encargara de bajarse al periodista Mario Leonel Gómez Sánchez, ya que él lo tenía hasta la madre con sus publicaciones, yo me quedé sorprendido con lo que le había encargado y en eso me quedó viendo, diciéndome el Machaca que si yo quería entrarle al tiro de darle piso al periodista, ya que así lo había ordenado el jefe El Chorizo y El Elote, ya que esta persona estaba jodiendo mucho con sus notas en el periódico en donde hacía del conocimiento de la venta de drogas en Yajalón, diciéndome que yo únicamente iba a avisarle a El Zapatudo cuando estuviera afuera de su casa o cuando hubiera la oportunidad de quebrarse al periodista, es decir que me pusiera a halconearlo para avisar cuando se le podía llegar sin problema y que estuviera al pendiente por si había alguna patrulla cerca, y que por hacer ese trabajo me iba a pagar la cantidad de $ 10,000,00 (DIEZ MIL PESOS 00/00)”.

Más tarde, el propio Juan David Martínez Trujillo, alias “El Machaca”, confesó ante la psicológica que lo examinó previo a su internamiento en el penal El Amate, sus ligas con la política.

“Mencionó que se metió a apoyar a un político”, anotó la psicóloga, en el apartado referente a la opinión de la persona privada de su libertad respecto al delito por el que se encuentra detenido, pero sin decir el nombre del político al que ayudó.

¿QUIÉN ES EL CHORIZO?

Periodistas y pobladores de Yajalón identifican a Joaquín Arturo Flores Hernández, alias “El Chorizo”, como la cabeza de un grupo de civiles armados denominado “Grupo Táctico”, al servicio del alcalde Utrilla Constantino.

Isaín Mandujano, periodista de Proceso y www.chiapasparalelo.com, ha documentado los crímenes de este grupo violento, así como la detención de varios de sus miembros, responsables de la ejecución de cuatro indígenas en la comunidad de La Aurora, Yajalón el 17 de enero de 2019.

Así como el secuestro y homicidio del empresario Antonio Vázquez García, de 64 años de edad, quien era dueño de la tienda de ropa “Comercial Vázquez” de Yajalón, en 2020.

Una publicación de la periodista Ángeles Mariscal en el portal Aristegui Noticias exhibe, a través de un video, la operación coordinada de policías municipales de Yajalón, con elementos del Grupo Táctico, vestidos de civil, en la represión con palos y armas de fuego a indígenas de otro municipio que intentaban llegar al hospital de la localidad en plena crisis del Covid.

La recomendación CEDH/13/2021-R, emitida por la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ya alertaba que la Fiscalía de Chiapas había incurrido en omisiones en la investigación del homicidio de Mario Gómez, tales como no indagar la línea periodística de la víctima y la autoría intelectual. Para el organismo, esta omisión impedía conocer el móvil y así “establecer un plan de trabajo para identificar a los posibles autores materiales y en su caso, intelectuales del homicidio”. 

Hasta hoy, ni Juan Manuel Utrilla Constantino, Joaquín Arturo Flores Hernández o Leonardo Rafael Guirao Aguilar son investigados por el homicidio del periodista.

Cabe destacar que Utrilla Constantino es miembro del poderoso PVEM, aliado del partido MORENA, que detenta el poder presidencial y el gobierno de Chiapas.

Su círculo de relaciones ocupa y han ocupado posiciones claves para su protección: el entonces fiscal de Chiapas, Jorge Luis Llaven Abarca, cuya administración estuvo inicialmente a cargo de la investigación del homicidio del periodista es actualmente diputado federal por el PVEM.

En su período, Jorge Segismundo Rotter Díaz, quien fungió como Fiscal de Procedimientos Penales, en pleno conflicto de interés, conoció del caso de Mario y a su vez, tramitó un amparo a favor de uno de sus homicidas, Oscar Leyver Acosta González, intentando evitar su detención, hecho que fue denunciado oportunamente por los familiares para ser removido del puesto. Sin embargo, no fue destituido, solo lo cambiaron de área de trabajo.

Un tío del hoy alcalde, Jorge Baldemar Utrilla Robles, fue subsecretario de Gobierno de Chiapas, durante la gubernatura de Manuel Velasco Coello del PVEM.

Un blindaje político que también alcanza a su aliado, el ex diputado federal del PVEM, Leonardo Rafael Guirao Aguilar, quien encabeza otro grupo de poder en el vecino municipio de Chilón: su hermana, Flor de María Guirao Aguilar, ha sido síndica en esa localidad y diputada local de Chiapas.

LOS SUEÑOS DE UN PERIODISTA

Mario quería conocer Cuba, me dice su familia. Sus pertenencias, incluidos dos retratos del Che Guevara, ahora están descolgados de su habitación. Hojeo su tesis de licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Chiapas que se titula “Ksheratto: en los límites de la libertad de expresión”. Trata sobre el encarcelamiento del periodista chiapaneco Ángel Mario Ksheratto, del diario Cuarto Poder, acusado de difamación en el sexenio del ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía.

Un detalle resulta sorprendente: la frase con la que inicia su tesis, atribuida al Che Guevara, en su crónica sobre la Revolución Cubana, que retrata el idealismo juvenil que siempre caracterizó a Mario:

“A las cuatro de aquella tarde, sin aviso previo, sin siquiera sospecharlo, sonó el primer disparo seguido de una sinfonía de plomo que se cernió sobre nuestras cabezas todavía no acostumbradas a ese viril deporte. Algún compañero cayó y personalmente tuve la desagradable impresión de recibir en mis carnes el bautismo simultáneo de fuego y sangre”.

El epígrafe premonitorio la tarde fatídica de un viernes 21 de septiembre en la que Mario fue víctima de una emboscada mientras intentaba hacer una revolución con las palabras desde su trinchera de periodista.

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