Secuelas de una desaparición

Brenda Coquet madre de tres hijos se desvaneció hace un año siete meses y ni siquiera está en la lista oficial de desaparecidos. Mientras tanto su familia ha perdido todo, la posibilidad de su hija de continuar la universidad, la certidumbre del tener qué comer, una camioneta, todo…. menos la esperanza de encontrarla

JUAN DAVID CASTILLA ARCOS

Despertar de una pesadilla y darte cuenta de que no era un sueño. Llegar a casa y luchar contra la ausencia de uno de tus seres más queridos. Caer en un hoyo sin salida, medio levantarte y volver a tropezar.

Repartir volantes para ganar unos centavos y alimentar a toda una familia. Estar en bancarrota y al borde de perder las propiedades empeñadas. Ser excluido por la sociedad y culpado por ignorantes sin certeza.

Tratar de avanzar, luchando contra la carga emocional y el dolor que golpean como látigos en la espalda. Mirar el pasado sin poder viajar en el tiempo para regresar un año con siete meses. Saber que las autoridades no hacen lo suyo.

Sentir que la impotencia te invade desde la planta de los pies hasta el último cabello de tu cabeza y, a pesar de todo, tener la fuerza para jamás perder la esperanza de encontrar con vida a un familiar que lleva tiempo desaparecido en Xalapa. Esta es la historia de los familiares de Brenda Hernández Coquet, una madre, una hija que pareciera la tierra se la tragó desde hace un año siete meses.

EL INICIO

Todo inició en la ciudad de Xalapa, la Atenas Veracruzana, o para algunos políticos que utilizan la beldad del lugar para publicitarse y hacerse propaganda; la bella Xalapa. Brenda como siempre muy guapa y radiante salió de su hogar durante la noche del viernes 5 de agosto de 2011 a tomar una taza de café en la Plaza Morelos, con, según sus familiares, un funcionario de gobierno que le facilitaría el pago del predial, pero lamentablemente fue la última vez que se supo de ella.

Tristeza, enojo y aflicción reflejan los rostros de cada uno de los familiares de Brenda. Ella desapareció a sus 37 años, dejando huérfanos a tres hijos, una joven de 18, un adolescente de 16 y el más pequeño de 12 años, por quienes, día tras día, su abuela, Silvia Coquet Campuzano, hace lo posible para conseguir el dinero necesario para su manutención y formación académica.

Este es un problema que se ha expandido en toda la entidad veracruzana. Tan sólo en el periodo 2000-2010 fueron reportadas como desaparecidas 5 mil 231 niñas y mujeres, cifra que, de acuerdo con la directora del Colectivo de Investigación, Desarrollo y Educación entre Mujeres (Cidem), Mayela García Ramírez, ha ido en aumento con el paso del tiempo.

De esa cifra, la defensora de los derechos humanos comenta que de 4 mil niñas y mujeres jamás se supo su paradero y del resto las autoridades ministeriales reportaron que aparecieron, pero nunca informaron si vivas o muertas.

Actualmente, existe una gran incertidumbre en cuanto al número de personas que han desaparecido en los últimos años, no sólo en el estado sino también a nivel nacional. Prueba de ello fue la polémica generada tras el informe de la Subsecretaría de Gobernación, donde se habla de una base de datos con 26 mil 121 personas no localizadas en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, pues tanto diputados como funcionarios públicos difieren con la cifra.

No obstante, el apoyo que brinda el gobierno a los familiares de desaparecidos es mínimo, al menos en el estado de Veracruz, donde ni siquiera existe un fondo económico que pueda destinarse a las personas que viven esa situación. Esto es lo que ha ocasionado que la familia de Brenda Hernández Coquet se enfrente a un mundo que jamás imaginó.

ECONOMÍA POR LOS SUELOS

La hija de Brenda va a cumplir 19 años de edad, no logró ingresar a la Universidad Veracruzana (UV) y no pudo seguir estudiando por falta de recursos, por lo que se ha visto casi obligada a buscar un empleo temporal, con la finalidad de contribuir con los gastos de su hogar y ayudar a su abuela en ese sentido.

En una casa sencilla de una sola planta, ubicada en el andador Eucalipto de la colonia Unidad Ferrocarrilera, vive con su abuela y sus hermanos. Los recibos de agua y luz están vencidos, las cantidades totales a pagar sobrepasan los ingresos que puedan destinar para esos servicios, a pesar de que, esporádicamente, también los menores laboran para ayudar con los gastos de la vivienda.

Brenda había absorbido todos los gastos del hogar, al ver que su madre ya tenía más de 60 años tomó las riendas y todo marchaba bien. Trabajaba como repartidora de volantes publicitarios de una compañía extranjera, actividad que, con su desaparición, retomó la señora Silvia.

“Uno de los niños lo tengo en la secundaria y va para la prepa. Este niño va para sexto, entonces como te darás cuenta yo tengo que ver con todo y ya no sé ni de dónde exprimirle ni nada, porque la casa necesita, aparte de eso los gastos si puedes darte cuenta, tengo un trabajo que no puedo soltarlo, estoy repartiendo propaganda y luego no me pagan a tiempo, aquí tengo los recibos vencidos de agua”, narra la madre de Brenda.

Pasaban de las ocho de la noche y la señora y los dos nietos acababan de llegar a casa y se preparaban para el almuerzo. Aunque sólo laboran jueves, viernes y sábado, resulta bastante desgastante para ellos dicha actividad.

“A mí nadie me ayuda, mi familia dentro de lo que cabe y lo que han podido sí, pero también andan con la dificultad económica en que estamos. Todos andamos a la cuarta pregunta, aquí no hay nadie que te diga acércate a tal parte para que te echen la mano, pero nada”.

GOBIERNO LIMITA EL APOYO

Hace unos días la señora Silvia leyó una nota periodística que informaba sobre los programas que maneja la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), los cuales le parecieron interesantes y trató de comunicarse a la dependencia federal durante el pasado sábado, pero, por desgracia, nunca atendieron su llamada telefónica. “Yo creo que no trabajan los sábados, o no sé, porque nunca me contestaron”.

Lo anterior sin dejar de lado que la oportunidad de acceder a un programa de beneficencia social es complicada a pesar de que el gobierno panista ha abandonado Los Pinos, pues a la fecha todavía se habla de la utilización de prestanombres o de la repetición de apoyos.

Además, de que Coquet Campuzano percibió que para poder acceder al apoyo económico las personas deben de tener un ingreso máximo de aproximadamente dos mil pesos mensuales, situación que le pareció absurda e incongruente.

¿Dime qué haría yo con dos mil y pico de pesos?, pregunta un tanto congojada, con la voz quebrada por la tristeza y el enojo tras la situación que vive actualmente con sus nietos, pues para ella lo más importante es brindarles lo mejor, pero se desespera de no poder hacerlo.

“Sí gano un poco más de dos mil pesos, pero tengo que pagar sueldo a los muchachos que reparten la propaganda, le doy gracias a Dios que no nos quitaron el trabajo, era trabajo de mi hija, seguimos con él y de ahí tiene que salir para todo ¿dónde está el apoyo?”.

Y es que no sólo sus nietos le ayudan a repartir los volantes, “aparte hay cuatro o cinco muchachos que deben recibir un ingreso por la actividad que también realizan, con ellos repartimos todo”- refiriéndose a que el dinero que gana con su oficio no alcanza para mucho-.

LUCHAN POR SUS PERTENENCIAS

Después de la desaparición de Brenda la situación financiera de la familia fue en detrimento. Cada vez era más difícil tener lo suficiente para comer, por lo que la señora Silvia no podía quedarse a esperar lo que ocurriera y tuvo que empeñar la camioneta que pertenece a su hija y es muy valorada por su nieta.

“Hubo un momento en que tuve que empeñar la camioneta, ya viejita también, no la he podido sacar y he pagado intereses, intereses e intereses y ahora que he querido sacarla, el señor este ya quiere pedirme mucho más dinero, ya ahorita ya fui a la agencia y estoy viendo el modo de ver quién me ayuda para recuperar esa camioneta”.

Resulta que la persona de “confianza” que le recomendaron sus conocidos para realizar el empeño sin salir perjudicada fue todo un fiasco. El negociante a pesar de conocer la situación por la que atraviesa la familia intentó cobrarle a Silvia más de lo acordado. Ella enferma y devastada por una gripe aguda se reportó vía telefónica con el sujeto para indicarle que no podría ir a pagarle, pese a tener el dinero. Sin dudarlo lo invitó a su hogar para entregarle los 8 mil pesos y recuperar la camioneta Chevrolet blanca de su hija.

El prestamista mostró indiferencia y le dio la oportunidad a Silvia de entregar el dinero al recuperarse y sin tener que pagar más intereses. Sin embargo, todo fue diferente y el oportunista pedía 12 mil pesos para entregar el vehículo. Situación que obligó a la familia a proceder jurídicamente para tratar de recuperar su pertenencia.

RECHAZO POR PARTE DE CONOCIDOS

Tras la desaparición de Brenda su familia se fue quedando sola. Poco a poco sus conocidos se fueron alejando, pues para la señora Silvia las personas se dejaron llevar por sospechas, rumores y situaciones inciertas.

Al principio desconocían la razón por la que estaban siendo abandonados. De repente sus conocidos, quienes pasaban varias horas con ellos en su hogar, dejaron de visitarlos y con el paso de los días comenzaron a escuchar entre las personas varios comentarios despectivos hacia Brenda.

“Mucha gente dice: no creo que haya desaparecido por buena gente. Yo he escuchado, no tienes idea de cuántas veces, que dicen: si desapareció es porque no estaba en su casa”, narra, un tanto molesta y enfadada, Coquet Campuzano.

No obstante, la reacción de los vecinos hacia ellos fue completamente diferente y brindaron un gran apoyo a la familia Coquet cuando más lo necesitó.

“Por ejemplo en diciembre no faltó una señora que nos dijo: sabes qué tengan –sin especificar qué, pero fue un apoyo importante- yo sí se los agradezco en el alma y el día que vayan a necesitar de mí ahí voy a estar”.

A pesar de que el lamentable acontecimiento de hace un año siete meses les ocasionó un gran daño emocional y moral, el rechazo por parte de algunos grupos sociales agravó el asunto.

¡PGJE NI SUS LUCES!

Sin embargo, lo que más les ha generado incertidumbre y repulsión es que la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz (PGJE), al igual que hace un año, sólo les ha informado que “siguen investigando”, cuando por diversos factores se han percatado de que eso no es así.

“Cuando subieron a los desaparecidos, que no son todos los que deben de estar, que los subieron a internet mi hija no estaba ahí (un registro de la PGJE), hasta que yo fui a parar acá por Bocanegra (…) esto fue como a los seis meses de desaparecida”, expresa la señora Silvia.

Para la familia lo anterior demostró que a seis meses de la desaparición la PGJE “no había hecho nada al respecto, ni había investigado nada”.

Apenas hace unos días le entregaron a Silvia Coquet una orden para que acudiera a Servicios Periciales, con el fin de que le tomaran las muestras de ADN y poder compararlo con algunas personas que han aparecido muertas.

Con los ojos vidriosos y una que otra lágrima en el rostro la madre de Brenda Hernández Coquet señala: “no nos queda mucho por hacer más que seguir esperando y rezarle a Dios para que aparezca…tengo el presentimiento que mi hija está con vida”.

*Egresado de la Universidad de América Latina y a punto de recibir el grado de Maestro en Alta Dirección y Gestión Administrativa. Labora para medios electrónicos, radio y prensa escrita. Lucha por una sociedad realmente informada. Disfruta su profesión al máximo y se esfuerza por hacerlo cada día mejor.

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Amigzaday López Beltrán
Periodista mexicana radicada en Inglaterra. Fundadora de Revista Era. Ha colaborado como freelance en medios como Proceso, Democracia Abierta, Houston Chronicle y Women in Journalism.

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