Tehuipango el fraude de los programas sociales

Miles de millones de pesos del Oportunidades, Seguro Popular, Piso Firme, Enciclomedia y Procampo no se ven reflejados en las condiciones de vida de cientos de indígenas

Tehuipango, Veracruz.- Al décimo primer municipio más marginado de México y séptimo en rezago social no llegaron los programas sociales para abatir la miseria, o lo hicieron parcialmente

En pleno siglo XXI, los nahuas de Tehuipango no tienen garantizado uno sólo de los derechos y garantías individuales que consagra la Constitución

Jirones de cielo caen al pie de la montaña. El verdor de la cuesta se desvanece ante el inmenso vaho que hace suyo el lugar. Poco a poco, la escarcha del prematuro ocaso va enrojeciendo los morenos rostros de las niñas y los niños que se resguardan del frío en ligeros y roídos suéteres, en su mayoría, del uniforme escolar color azul.

Ha terminado la jomada en el preescolar, la primaria y la telesecundaria. Las risas colman la tranquilidad de la entrada de Achichipico; casi aniquilan el lejano sonsonete de un gallo, el canto de los pájaros, el ladrido de un famélico perro. La algarabía parece extinguir incluso la precariedad de sus existencias, pero los enjutos cuerpos de inmediato revelan la miseria de la que son víctimas.

Mas y ellos, desenfadados, corren de un lado a otro en el patio del Albergue Escolar Indígena Cuauhtémoc, lejos de la tecnología que domina los juegos infantiles en las ciudades; pero también lejos, muy lejos, de sus padres y hermanos.

Juan Carlos, de ocho años de edad, y Yolanda, de 13, son dos de los 50 menores nahuas albergados aquí, gracias a un programa que financia la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. A ambos les gusta estudiar y por eso, de lunes a viernes, se separan de sus familias. Además de tener garantizada su asistencia a la escuela y algunas horas para jugar y hacer la tarea, también tienen asegurado el desayuno, la comida, la cena y el baño con agua caliente.

La historia de cada uno de estos niños y preadolescentes no es distinta a la del resto de los indígenas de este municipio, el décimo primero en la lista de los más pobres del país, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). El desmembramiento de las familias es una constante de la pobreza extrema, que empieza con la emigración de uno o de los dos padres en busca de mejores condiciones materiales para la familia.

Juana e Irene, quienes trabajan en la cocina del Albergue, son ejemplo de ello. Para ganarse la vida llegan el lunes a Achichipico -una de las 53 comunidades del municipio- y regresan a sus hogares hasta el sábado.

El dinero no alcanza para ir y venir diario, explican las mujeres nahuas. Y es que para los 23 mil 479 habitantes de Tehuipango, las oportunidades de estudio y trabajo son tan nulas como las posibilidades de acceder a una buena alimentación y a servicios de salud.

Pero aquí la pobreza no se reduce a esas carencias: para los indígenas veracruzanos, ninguno de los derechos y las garantías individuales que consagra la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (de igualdad, libertad, propiedad, seguridad jurídica y sociales) se cumple.

El Oportunidades Ubicado en la Sierra de Zongolica, Tehuipango colinda al Norte con los municipios de Astacinga, Mixtla de Altamirano y Zongolica, y al Sur, con el estado de Puebla.
En Aguacatla, una de las comunidades más alejadas de este municipio, Constantino Atlahua Tomoxtle extiende su mano derecha para estrechar la del traductor de las entrevistas periodísticas, Abel Tiahua Panzo. La camisa y el pantalón remangados permiten adivinar el resto de un cuerpo al que las fuerzas abandonan no sólo por la edad -73 años-, sino también por la falta de cuidado en su salud: a consecuencia de un problema familiar en agosto de 2010 sufrió una herida de bala, que nunca fue cabalmente atendida.

Campesino desde su niñez, aún se esfuerza por obtener su sustento de la tierra; pero la debilidad no le permite cargar en su espalda y por más de 1 hora el costal de café, hasta la cabecera municipal. Tampoco tiene suficiente dinero para costear el transporte de un producto por el cual no le pagarán más de 25 pesos por kilogramo. Así que, en realidad, el anciano sobrevive con los 1 mil pesos que recibe cada bimestre del Programa 70 y Más, de la Secretaría de Desarrollo Social federal (Sedesol).

En náhuatl, explica que ese monto no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Menos aún para el piso de cemento de su casa o para renovar las agujeradas láminas del techo, que en el verano y el otoño no han podido atajar el paso de las lluvias. Como tampoco lo han hecho las paredes, construidas con tablones que no empalman.

La entidad gobernada por Javier Duarte de Ochoa tiene una población total de 7 millones 643 mil 194 habitantes, reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. De éstos, según el Coneval, 1 millón 140 mil se encuentran en pobreza extrema; dos millones 540 mil, en pobreza moderada; 2 millones 410 mil, en vulnerabilidad por carencia social, y 220 mil, en vulnerabilidad por ingreso.

En Tehuipango cada niño, joven, adulto y anciano de cadavérica complexión es muestra viviente del fracaso de la cobertura social y los programas gubernamentales de combate a la miseria.

Simón Tiahua, de 32 años y padre de cuatro menores de edad, se refiere a uno de éstos, el de Desarrollo Humano Oportunidades: “La verdad, no [es suficiente la ayuda]. Apenas alcanza para los útiles de los niños, para los zapatos y todo eso. Tan sólo los zapatos salen como en 250 [pesos]. A mi esposa le dan como 820, entonces no alcanza”.
En el año electoral 2012, la Sedesol ejerció 55 mil 473.3 millones de pesos en los apoyos de dicho Programa. De este monto destinó más de 6 mil 70 millones para la supuesta atención de 667 mil 515 familias beneficiarías de Veracruz.

Cada dos meses, la familia de Simón recibe 820 pesos del Oportunidades. El recurso tiene como fin becar los estudios de sus cuatro hijos, pero al final se gasta en las necesidades primordiales: el alimento. La dieta, cuenta Simón, se repite todos los días: frijoles, quelites y tortillas. Carne y pollo, de vez en cuando. Pescado, casi nunca.
Aquí no hay dinero que alcance. Eso lo sabe muy bien el joven padre de familia que, como don Constantino, labora horas y horas en el campo. Los largos y extenuantes jornales bajo los abrasadores rayos de sol, sin embargo, no le garantizan una vida mejor: como todo campesino, se enfrenta a un comercio no justo.

“En el campo ganamos muy poco dinero: 50 o 55 pesos al día. Aquí sembramos milpa, y a veces un poco de café. Con eso pasamos la vida. Quién sabe por qué, pero el año pasado [2011, el café] estaba a otro precio mejor; pero en éste bajó el precio. Lo vendemos por kilo y ahorita lo estamos vendiendo a 25 pesos; el año pasado a 48: bajó casi la mitad.” Al menos la familia de Simón todavía recibe el apoyo gubernamental del Oportunidades: en plena campaña electoral por la Presidencia de la República, éste empezó a llegar incompleto a las comunidades de Tehuipango. Incluso algunas familias dejaron de recibirlo a partir de la bancarización del Programa, ocurrida a fines de 2011, denuncian los indígenas.

En su caso, Albina Temoxtle vio mermada en 44 por ciento la asistencia de poco más de un mil pesos del Oportunidades. La mujer de 43 años de edad y madre de seis jóvenes explica, que con las tarjetas electrónicas cambió todo: en lugar de darles el dinero cada bimestre, ahora reciben la misma cantidad pero cada tres meses.

En Xaltepec -donde se localiza su humilde casa, construida con ladrillos y láminas-, otras mujeres de plano dejaron de recibir el apoyo. Aunque no puede precisar cuántas, sabe que son muchas. “A veces no les reconoce el banco las tarjetas [electrónicas] y ya no lo pueden sacar [el recurso]. Eso cambió desde hace como 6 meses o un poco más. Yo ya he cobrado tres veces con esa tarjeta adonde llega el dinero, pero cada 3 meses”.

Albina explica que el problema ya fue reportado por las afectadas a los promotores del Programa, “aunque aquí nada más ejtá el suplente. Pero eso no se ha arreglado. Algunas mujeres no pueden cobrar ese dinero aún”.

Todos parecen conocer de esta situación. Regino Lara Tecuateque, profesor de cuarto grado de primaria en Xaltepec, explica: “A pesar de que aquí tienen el Oportunidades, no les llega constantemente. A veces pasan 3 o 4 meses y no les llega. Y es muy poquito.

Aquí a los niños los llevan a la escuela sin desayunar, sin tomarse un café con pan; y a la hora de la clase se están durmiendo, porque les falta algo en el estómago”.
Es así como “en el paso transparente” (traducción de Tehuipango al español) los miles de millones de pesos del programa estrella de la Sedesol para combatir el hambre no se refleja en mejores condiciones de vida para los indígenas.

En los últimos días del sexenio, Salomón —un joven líder de la comunidad de Xaltepec- explica, en entrevista, el fracaso de una de las políticas públicas del pasado gobierno federal: “Él [Felipe Calderón] dice que hay oportunidades.

Pero lo que veo aquí es que nos está empeorando. La verdad, el [Programa] Oportunidades es lo que no nos deja salir [adelante]; porque antes salíamos a trabajar con toda la familia, y ahorita ya no: aquí debe de estar el titular [del apoyo] presente, por si lo citan a reunión, a pláticas, y pues eso lo detiene. Cuando todavía no eran las Oportunidades, íbamos todos a los cortes de café, a los cortes de caña. Ahorita nada más los que salen [a trabajar] son los hombres; las mujeres ya no”.

El indígena señala que “de por sí aquí no hay trabajo; es muy poco lo que sembramos”. Receloso, exige que su palabra y su realidad sean dadas a conocer: “Aunque sean entrevistadores, pero al menos que se vea en la tele o, como ustedes dicen que va a salir en una revista, que se vea que llegan a nuestra comunidad. Pero así como lo está haciendo la Televisa, nunca quieren ver la realidad de los pueblos, lo que es la extrema pobreza”.

Para el joven, no les ayuda que “nada más nos entrevisten y lo guarden”. “Queremos que sea de veras: cómo vivimos, cómo estamos, dónde estamos pisando”, porque aquí “hay gente que es de prioridad” por las condiciones que enfrenta.

En seguida suelta la retahila de carencias que de memoria se sabe: piso firme para las viviendas, drenaje, agua entubada, buena alimentación, servicios de salud cercanos y eficientes -porque los que hay se localizan a más de 10 kilómetros y no siempre les dan atención ni medicinas—, camino pavimentado, maestros para la primaria y secundaria, y una universidad.

Lejos de solicitar programas asistencialistas, Salomón dice que su comunidad necesita apoyos económicos para proyectos de producción, como la cría de borregos o de pollos.
Enciclomedia, fracaso multimillonario De la camisa blanca asoman algunos centímetros del vientre moreno de Juan Carlos. Su pantalón color azul marino, apenas asido de sus caderas, tampoco alcanza a cubrirle del todo. La temperatura ha descendido a menos de 10 grados centígrados, pero él no viste suéter.

A Juan Carlos le gusta estudiar matemáticas, una de las materias que aprende en un precario salón de clases. Un lápiz y un cuaderno son los únicos materiales a los que tiene acceso el estudiante, porque en la comunidad de Achichipico nada se sabe de las computadoras con internet y los pizarrones inteligentes de los programas Enciclomedia y Aula Base Telemática.

En Tehuipango, la promesa de digitalizar la enseñanza y acortar la brecha tecnológica que hizo la Secretaría de Educación Pública federal (SEP) -durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón jamas se cumplió. Los alumnos no sólo no tienen acceso a las tecnologías de la información, sino que asisten a clases en aulas desvencijadas, con insuficiente cobertura de maestros y materiales.

“No hemos visto lo que nos han prometido de que en cada escuela íbamos a contar con una computadora y con su respectivo internet. Las computadoras en nuestra escuela están descompuestas. No funciona el Enciclomedia. Necesitamos ahora, con la nueva tecnología, otros instrumentos para que estemos a la vanguardia en la educación”, señala Lara Tecuateque.

El profesor de la primaria de Xaltepec no se explica cómo en los libros de texto se remite a páginas electrónicas para complementar las actividades y ampliar los conocimientos. “Nos mandan a [consultar] sitios de internet en los pies de página de los libros, pero no podemos hacerlo porque no contamos con ese servicio”.

Los niños y niñas ni siquiera tienen asegurado lo más básico (cuadernos y lápices), porque los útiles y materiales que proporciona la SEP, a través del Consejo Nacional de Fomento Educativo, son exiguos. Hay niños a los que no les llega a tocar material. Hay que buscar cómo apoyarlos, darles un cuaderno. Hay materiales que se les piden en lo que marca las actividades, pero están muy caros. Los padres nos han comentado que están ganando 30 o 40 pesos al día y eso no satisface para comprar los materiales al niño, porque cuentan con varios hijos. Son gastos muy fuertes para la familia”.

En el Programa Enciclomedia y en su sustituto, Aula Base Telemática, se han invertido unos 40 mil millones de pesos: 25 mil millones en el primero, entre 2004 y 2009; y 15 mil millones en el segundo, de 2010 a 2012.

Salud y campo, en el olvido Con cargas diversas al lomo, los indígenas recorren a pie veredas y caminos abiertos para automóviles que casi nunca circulan por aquí. Siempre obligados a arrastrar la mirada, acompañan su andar con el silbido del aire lo mismo que con la bruma, la lluvia, el sol del medio día, el frío, la oscuridad.

Sólo ellos saben a dónde van o de dónde vienen: la milpa, la escuela, la cabecera municipal (para gestionar obras o comerciar sus productos), el médico, la colecta de agua para beber y hacer la comida. Para ellos, todo se localiza a más de 30 minutos caminando por los agrestes trayectos.

El profesor Regino Lara explica que, aunque Xaltepec se ubica en las inmediaciones de la cabecera municipal, la gente no cuenta con un centro de salud cercano: la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no brinda atención a quienes no están afiliados, y la mayoría se encuentra en esa condición.

Por ello, los nahuas van al médico hasta Tepecuitlapa y “cuando ya están muy graves, casi muñéndose, para que los atiendan. Si nada más van para diagnosticar qué es lo que tienen no los atienden”.

Vicenta, de 32 años de edad y quien habla en náhuad, explica que en su comunidad ellos mismos construyeron la casa de salud; pero no funciona: carece de medicamentos. También “nos hacen falta una enfermera y un doctor. Ahorita nos toca ir hasta Tepecuhitlapa, que está como a 2 horas caminando. El camión nos cobra 20 pesos de ida y 20 de regreso”.

Aquí la tragedia no sólo es enfermar e ir hasta esa comunidad: “Hay veces que ni siquiera está el doctor, porque allá atienden las caravanas [de salud]. Entonces, cuando vamos para allá a veces no los encontramos, porque salieron a otra comunidad”.

—¿Las caravanas vienen aquí? —Cada 15 días, nada más. Si no vienen en una ocasión, pues entonces llegan hasta los otros 15 días [es decir], hasta el mes. Hace 8 días una señora se cortó la mano y la tuvieron que llevar hasta Tepecuhitlapa. Y acá en el centro, en la cabecera, aunque hay enfermeras no nos atienden. Nos mandan para allá, porque no somos del IMSS.

En comunidades como Aguacatla, las caravanas de salud ni siquiera llegan, denuncian los indígenas.

Y es que aquí es inexistente la cobertura universal del Seguro Popular, que tanto pregonó el pasado gobierno de la República. El “sexenio de la salud”, como lo autonombró el expresidente Calderón, quedó a deber este derecho humano a decenas de indígenas de Veracruz.

Esto, a pesar de que en 2012 el presupuesto del programa de la Comisión Nacional de Protección Social en Salud ascendió a 68 mil 847 millones de pesos; y a lo largo del sexenio tuvo recursos públicos por más de 300 mil millones, aunados a un crédito que le otorgó el Banco Mundial en 2010, por 1 mil 250 millones de dólares (unos 16 mil 250 millones de pesos).

Otro programa casi ausente para los nahuas es el de los Apoyos Directos al Campo (Procampo) que, sin embargo, sí obtuvo durante todo el sexenio Francisco Mayorga Castañeda, exsecretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.

A la pregunta de si recibe el apoyo del Procampo, Simón Tiahua, habitante de Aguacatla, responde: “nada de eso llega”. El esposo de Albina Temoxtle, residente de Xaltepec, tampoco. “Anteriormente sí lo recibía, pero en un tiempo no pudo ir a cobrarlo y se lo quitaron desde entonces”.

En 2012, el presupuesto autorizado al Procampo Vivir Mejor ascendió a 14 mil 718 millones de pesos, para cubrir una superficie estimada de 13 millones 561.9 mil hectáreas. Del ese total, 14 mil 453 millones 76 mil pesos se asignaron a los subsidios de 2 millones 700 mil beneficiarios; y 264 millones 924 mil pesos a gastos de operación, indica el informe Resultados principales al primer trimestre.

Piso firme, un embuste Paredes de tablones, techo de lámina, piso de tierra, estufa de leña y letrina en lugar de sanitario son las características de la mayoría de las viviendas en el décimo primer municipio más pobre del país. Los espacios que ocupan las casas son generalmente reducidos (6 por 5 metros), además de estar desintegrados: uno para la cocina, otro para la habitación y uno más para el baño (que no pasa de 1 metro por 2).

En el interior de las habitaciones no es difícil adivinar que sus moradores, casi siempre más de seis, viven hacinados al grado de dormir en una misma cama.
Tampoco, que cada invierno pasan frío.

Los signos de la pobreza están presentes en todos los aspectos de la existencia de lo nahuas; para ellos, la posibilidad de construir un hogar con materiales (ladrillos, cemento, losa y mosaicos) es escasa. Es más, aquí hay que conformarse con el suelo de tierra, porque el Programa de Piso Firme si llegó fue parcialmente.

Según la Sedesol, el costo promedio por superficie cementada es de 6 mil 500 pesos, cifra que resulta impagable para los indígenas.

Genaro, consejero comunitario de Xaltepec, explica que en esta localidad se hicieron pisos firmes en 20082009, pero no a todas las viviendas y menos en forma cabal.

“Aquí hay unas casas que son de 5 por 6 [metros]; otras son de 4 por 6, pero no les dieron el piso para toda la casa. Y esos se anotaron [en los reportes oficiales] como si fueran pisos completos. También se anotaron unos 50 [“beneficiarios”] para que se los vayan a terminar, pero hasta ahora no hay respuesta. No nos han dado nada”.

Información oficial de la Sedesol apunta que el del Piso Firme forma parte del Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias. Este último es el que “financia la ejecución de proyectos de infraestructura y servicios básicos, como agua potable, drenaje, saneamiento y electrificación (entre otros), así como acciones de mejoramiento de vivienda, como lo es la instalación de piso firme, servicio sanitario, sustitución de fogones abiertos por fogones ecológicos, reforzamiento de muros y techos”.

En 2012, el presupuesto para dicho Programa ascendió a 6 mil 411 millones de pesos. Sin embargo, a Tehuipango poco le ha valido estar en la lista de Zonas de Atención Prioritaria, que establece año con año el Congreso de la Unión: casi ningún “financiamiento” se ha hecho realidad para esta gente.

Drenaje aquí no hay en ninguna casa. Todas tienen letrinas. Del agua potable no llega, porque no es domiciliaria. En esta orilla de la carretera están los hidrantes y de aquí la agarran. Pero esto apenas está funcionando desde hace 2 años”, explica Genaro.

El joven de 37 años de edad dice: “Ojalá el gobierno que venga no vea nada más a sus colaboradores, a sus seguidores; que vea para el pueblo. Yo creo que nuestro gobierno, que va a ser Enrique Peña Nieto, la . verdad no conoce ni este pueblo”. \ —-¿No vino ahora que estuvo en campaña? —No. Nunca. Ni lo vimos acá… Lo vimos nomás en la televisión, porque creo que la televisión es su fama.

—¿Le pediría que viniera a conocer? —Claro. Yo sí le pido al gobierno que conozca estos pueblos, estos municipios, cómo, están marginados. A ver si llega, porque a veces dicen que van a llegar, pero que por el camino, por la lluvia, no pueden llegar. Nosotros a pie o no sé cómo pero llegamos.

Sí le pido a nuestro gobierno que nos respete y nos haga valer. A nosotros, que nos llaman indígenas, que nos respeten y nos respalden en todo: que haya servicios y que haya trabajo. Dice el gobierno saliente que hubo empleo, pero qué empleo. Por ejemplo, nosotros que no fuimos a la escuela, que no somos profesionistas, ¿qué empleo nos puede ofrecer? —También dicen que combatieron la pobreza.

—Eso es. No hay pobreza. Y aquí, ¿cómo ven?, ¿no hay pobreza, verdad? Claro que hay; hay mujeres que están amamantando y están desnutridas; no están sanas, por falta de salud. Una señora embarazada ahorita tiene que caminar 7 kilómetros para que la revisen.

Estas dos localidades, Xaltepec y Ojo de Agua, se deben regionalizar, para que ya no vayan hasta allá.

Ahorita acá en la cabecera municipal hay una clínica del IMSS-Solidaridad, pero la pasamos [de largo], porque nosotros pertenecemos nada más a las caravanas.
Pero no hay nada de salud.

Aquí, ni el joven Genaro ni el anciano Constantino ni los niños Yolanda y Juan Carlos viven mejor. Por más publicidad oficial, los nahuas no tienen oportunidades de llevar una vida digna y plena.

Poco a poco cae la noche en Xaltepec y con ella llega el aguacero. Los indígenas caminan deprisa a sus casas, mientras el golpe de la lluvia contra la tierra ahoga el rumor del pueblo. Niños y niñas se guarecen en las habitaciones en espera de la merienda, mientras un olor a tierra mojada, a naturaleza viva, cubre el lugar.

(*Integrante de Regeneración Radio) < Sedesol manejó el presupuesto políticamente: presidente municipal Tehuipango, Veracruz. El alcalde Fortino Calihua Macuixde afirma que, en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, la Secretaría de Desarrollo Social federal (Sedesol) operó el presupuesto público con fines políticos. Tras casi 2 años de gobierno, el priísta narra su experiencia con la institución encargada de los programas sociales de combate a la pobreza.

“El municipio se considera dentro de la extraña pobreza y está en la estrategia 100 por 100. Es claro que sí tenemos apoyos de la Sedesol, pero desgraciadamente se maneja políticamente. El año pasado {2011] sí hubo el recurso cuando estaba el exalcalde [Ramos Quiahua Banzo], por parte de la Sedesol. Y ahora por el cambio de gobierno, porque somos del PRI [Partido Revolucionario Institucional], lamentablemente sí nos están dejando sin recurso por parte del gobierno federal”.

—¿Es notoria la disminución? —Sí, fue totalmente muy abajo.

Yo llevo 2 años gobernando este municipio y no nos han apoyado nada en obras.

No hay nada de apoyo.

—¿Qué obras había solicitado? —Están los proyectos de pavimentación y de ampliación de electrificación. Hasta ahorita no nos ha llegado una respuesta de que si nos van a apoyar o no. Yo pienso que más seguro es que no, porque ya es el fin del año [momento en el que fue realizada la entrevista].

—¿Qué comunidades se han visto afectadas por la falta de recursos? —Son como seis comunidades las que necesitan la ampliación de energía eléctrica, porque quieren trabajar la carpintería, entonces necesitan conectar motorcitos y no les alcanza. Xiujtempa, Tilica, Xopilapa, Xonacayojca y Tzompoalecca Segundo son las que necesitan la ampliación de energía eléctrica.

—¿Ha sido suficiente el presupuesto que le ha llegado al municipio? —No. Es el Congreso el que determina, porque ellos no ven por el municipio, por los habitantes. Aquí hay más de 26 mil habitantes y el presupuesto es muy poco, no alcanza. No alcanza el recurso porque son muchas las necesidades. Lo más urgente también es el agua potable.
Porque como viene del estado de Puebla y no es de éste hay mucha gente envidiosa y maltratan la tubería. Hasta ahorita no podemos decir que ya tenemos el agua.

Lo que queremos es que sea agua de nuestro pueblo. Pero sí hace falta más infraestructura, más bombas que tengan la capacidad de subir el agua.

En 2012, Tehuipango ejerció un presupuesto de 16 millones 368 mil 673 pesos, mientras que el ayuntamiento de Veracruz, 893 millones 412 mil 766 pesos.

Calihua Macuixtle explica que el municipio requiere con urgencia una ambulancia.,,:,, Yo estoy en desacuerdo de que apoyen a otros municipios que son más pequeños. Y aquí a los políticos yo los conozco. Y ellos deben saber qué es lo que le falta a la comunidad. Tehuipango tiene una alta marginación, cuenta con 53 comunidades y hay más de 26 mil habitantes y tenemos una ambulancia nada más. El gobernador del estado dijo que sí nos van a dar la ambulancia, pero ya les empezó a dar a municipios más chicos y a nosotros no”.

—¿Cuáles son las comunidades con mayor rezago? —Son las que están más retiradas, las que colindan con el río. Hasta ahí no llega la carretera: Achichipico, Tolapa, Santa Cruz, Aguacatla, ésas son retiradas. Hay brecha, no es pavimento.

Sobre las necesidades del municipio, el priísta indica:” Quisiera que en el estado oigan esto y que se cumpla. Hay muchos recursos que están atorados ahí. Eso no es para mí, es para la gente, para las comunidades: en 2011 hicimos 61 obras”.

—¿Cuál fue la más importante? —la repavimentación de la cabecera [municipal] y la construcción de la casa de estudios del Tecnológico de Zongolica. i ? “Campesino desde su niñez, Constantino aún se esfuerza por obtener su sustento de la tierra; pero la debilidad no le permite cargar en su espalda y por más de una hora el costal de café, hasta la cabecera municipal” ? Sin explicación, en 2012 se redujo el apoyo del Oportunidades.

“Albina Temoxtle vio mermada en 44 por ciento la asistencia de poco más de un mil pesos. La mujer explica que con las tarjetas electrónicas cambió todo: en lugar de darles el dinero cada bimestre, ahora reciben la misma cantidad pero cada tres meses”

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Amigzaday-th
Amigzaday López Beltrán
Periodista mexicana radicada en Inglaterra. Fundadora de Revista Era. Ha colaborado como freelance en medios como Proceso, Democracia Abierta, Houston Chronicle y Women in Journalism.

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