Gracias al portal de AL CALOR POLÍTICO, se puede observar en tiempo real el flujo vehicular en pleno centro histórico de Xalapa, a través de una cámara de video instalada en el edificio que está en la esquina de Revolución y Enriquez. La videocámara está ubicada de tal forma que se puede ver el flujo vehicular y de los transeúntes prácticamente desde las intersecciones que forman las calles Revolución y Enríquez, hasta el Palacio de Gobierno y los cruces que hay entre las calles de Lucio, Enriquez y Leandro Valle. Ignoro si los encargados de la página o quienes dirigen este esfuerzo se han percatado del potencial que un instrumento de este tipo tiene; más allá de brindar a los automovilistas y la ciudadanía en general o, en particular, aquella que tiene acceso a internet, la información necesaria para trazar de una manera más fluida sus desplazamientos; lo cierto es que la cámara, aun con la baja resolución que a propósito tiene, puede ser un artefacto ideal para observar patrones de conducta y provocar alguna reflexión sobre los usos y abusos en el espacio público.
Me temo que aunque el objetivo expreso es “… únicamente informar en tiempo real, si la vialidad del centro de la ciudad de Xalapa no está bloqueada. La toma es de baja resolución, a propósito, por lo que nunca se utilizará para identificar vehículos o personas ni se guarda memoria de lo que transmite”; semejante dispositivo nos ofrece la posibilidad de realizar algunas observaciones adicionales, en función no sólo de la circulación o el bloqueo de las calles; sino, además, hacernos algunos cuestionamientos en torno a la movilidad de los ciudadanos y el papel de las autoridades.
Lo primero que resalta es lo deficiencite de la señalización. Por ejemplo, las rayas por las que deben cruzar los peatones comienzan a desdibujarse; quienes desean cruzar por la esquina de la catedral hacia el palacio de gobierno, no cuentan con el semáforo que les indique cuándo deben hacerlo. Lo curioso de esto es que ese semáforo está disponible para quienes hacen el cruce desde la acera de enfrente, en la esquina en la que se encuentra el establecimiento de helados hacia el parque Benito Juárez. Una de dos: o se omite el cruce desde la esquina de catedral hacia el palacio, o bien se diseña una manera más cómoda y segura para el cruce peatonal. Esta zona es igualmente problemática para los automovilistas: ¿dónde es más adecuado que se detengan: antes de llegar a Revolución, justo donde empieza la cebra, o después de ella? El sentido común indicaría que los autovolistas deberían detenerse antes de llegar a Revolución, de tal forma que dejen libre el paso para los peatones que cruzan tanto desde la catedral, como después de ella. En todo caso quienes están encargados del tránsito municipal deberían tomar cartas en el asunto, valorar la opinión de los transeúntes y así, tomar las decisiones necesarias y aplicar los correctivos que haya lugar.
Pero el problema no queda resuelto si se tomasen las medidas aquí sugeridas. Más allá de la disposición de una señalización adecuada, que no es el caso, está el hecho de que ella sea respetada y que los representantes de la autoridad (los agentes de tránsito, en primerísima instancia) hagan acto de presencia no sólo para multar a los automovilistas que hipotéticamente hayan incurrido en alguna falta de tránsito. Su función no es o no debería ser simplemente ésa. También tienen la obligación de auxiliar a la ciudadanía y, en específico, orientarla. Hacerle ver que se comete una falta cuando un automovilista detiene su auto sobre las rayas, comunmente llamadas cebras, por las que deben atravesar los peatones; que el ciudadano de a pie no puede cruzar las calles a tontas y a locas, sino en los lugares establecidos. Una buena dosis de civilidad en estos términos, nos ayudaría mucho en nuestra convivencia diaria. Los ciudadanos deben contribuir y la autoridad está obligada a hacer su parte.
En el poco tiempo que pudimos ver a través de los lentes de la cámara, no más de 10 o 15 minutos, es motivo de satisfacción constatar que al menos en esta zona, la mayoría de los automovilistas suelen respetar los pasos peatonales, salvo en los momentos en que el tránsito vehicular se hace más intenso, cuando todo se vuelve un caos. No es un asunto menor cuando a menudo los transeúntes se ven obligados a prácticamente “torear” los autos, de tal forma que puedan continuar su ruta cuando requieren cruzar un calle.
En una colaboración posterior habremos de volver sobre este tema, puesto que estamos aplicando un instrumento que nos permita llevar una registro puntual sobre la movilidad en esa arteria importantísima de la ciudad durante un tiempo determinado, con el fin de apuntar las faltas que a menudo cometemos todos los ciudadanos y las propias autoridades; aunque también nos ayudará a valorar las buenas prácticas que se presentan con alguna frecuencia en el espacio público.
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