El nuevo sueño americano

La posible reforma del sistema migratorio de Estados Unidos puede ser una de las legislaciones más importantes de las últimas décadas que abre la esperanza a 12 millones de indocumentados para salir de las sombras en las que han vivido las últimas décadas

JOAQUÍN CASTILLO VILLALVA

Tras años de espera, desde comienzos de 2013 se han dado espectaculares avances hacia la aprobación de una ley que, de ser aprobada, cambiará la gestión de uno de los sistemas migratorios más importantes del planeta.

A pesar de los numerosos escollos y dificultades, se reúnen una serie de factores que permiten que la reforma migratoria, que lleva años tratando de aprobarse, encuentre entre el verano y el otoño de 2013 un ambiente político propicio para su aprobación.

EL PESO DE LA DERROTA ELECTORAL REPUBLICANA

Un primer factor esencial para comprender el buen clima político a favor de la reforma -que ha llevado a la aprobación del texto en el senado por 68 votos a favor y 32 en contra- tiene que ver con el resultado de las últimas elecciones presidenciales en noviembre de 2012.

La derrota republicana con un Mitt Romney ensalzando un discurso centrado en la auto deportación como mejor estrategia migratoria se tradujo en una costosa factura para el partido republicano. La conciencia que el electorado latino ahora es ineludiblemente clave para acceder a la Casa Blanca supone un incentivo de suficiente peso político para generar un ambiente político propicio a la aprobación.

En los pasados comicios, el apoyo del 70 por ciento del electorado latino al Partido Demócrata se ha interpretado como una clara señal de que la reforma migratoria ya no es un asunto negociable.

Con un padrón electoral latino cada vez más importante, buena parte del Partido Republicano parece haber tomado conciencia que no puede continuar permitiendo que este debate lo sigan acaparando el ala dura del Tea Party o posiciones ultra conservadoras como la representada por iniciativas legislativas como la ley de Arizona SB1070.

EL “MOMENTUM” ADECUADO

En los primeros cuatro años de Obama, dos guerras, una devastadora crisis económica y un intenso debate sobre la reforma al sistema de salud restringieron el uso de su capital político a que el Presidente de la “esperanza latina”, incumpliera una de las promesas estrellas de su campaña: emprender la esperada reforma migratoria.

Dentro de la necesaria prudencia en la que es aconsejable enmarcar este debate debido a la acumulación de intentos fallidos en los últimos años, existen, sin embargo, cinco elementos que invitan a un mayor optimismo sobre las posibilidades de éxito de la reforma:

1.- Por primera vez en décadas se experimenta un cambio de tendencia en el flujo de entrada a Estados Unidos. Los últimos estudios del Pew Research Center indican que el saldo entre entradas y salidas es próximo a cero o incluso negativo.

2.- La reducción del “bono demográfico”. México, principal país emisor de migrantes hacia Estados Unidos experimenta paulatinamente un cambio en su composición demográfica. El volumen de población joven, que suele ser la que emigra más frecuentemente al país vecino en busca de nuevas oportunidades, reduce su volumen.

3.-El crecimiento económico de México cercano al tres por ciento anual y la reducción de la actividad económica en EEUU han generado un clima menos propicio a la llegada de trabajadores al interior de las fronteras estadounidenses.

4.- Las medidas de disuasión, tanto leyes persecutorias de los inmigrantes ilegales, como la ley SB1070 de Arizona, como un incremento de la militarización de la frontera, se traduce en un cruce más caro, largo y peligroso.

5.- El “momentum” político es especialmente proclive para aprobar la reforma y el Pew Research Center muestra que el 63 por ciento de los estadounidenses están de acuerdo con esta iniciativa.

EVIDENCIAS DEL NAUFRAGIO MIGRATORIO

Aunque las resistencias al cambio en materia migratoria pudieran hacer pensar lo contrario, en Estados Unidos se comparten dos certezas: que el actual sistema migratorio está roto y que existe la necesidad de reformarlo desde hace mucho tiempo.

Las grietas que evidencian el progresivo hundimiento del barco son los más de 11 millones de indocumentados, quienes son una prueba de que nos encontramos ante un sistema obsoleto que no consigue gestionar la compleja realidad actual.

Otra evidencia lo son los 18 mil millones de dólares de gasto anual y más de 20 mil agentes destinados en la frontera reflejan el enorme gasto que se ha de emplear en esta técnica defensiva cuyo presupuesto supera al del servicio de inteligencia de la CIA.

La falta de una reforma ha ido haciendo más severos los efectos nocivos que han expandido sus secuelas no sólo a los inmigrantes sino al conjunto del interés general estadounidense. Dejar a la deriva un sistema migratorio resulta inaceptable desde tres enfoques distintos:

1.- Desde la perspectiva de los derechos humanos, la ilegalidad empuja hacia la marginalidad, la indefensión jurídica y hacia la generación de condiciones de vida bajo estrés permanente de deportación.

2.- Desde el punto de vista fiscal, resulta dramático que una población indocumentada del tamaño de Grecia deje de pagar impuestos.

3.- Desde el punto de vista social, impide la integración de la población y aumenta las tensiones sociales dentro de la sociedad estadounidense.

EL DELICADO EQUILIBRIO DE LA NEGOCIACIÓN

A pesar de lo apremiantes que pudieran resultar para el sentido común estos argumentos para cambiar la gestión de la migración, la “real politik” estadounidense nos muestra que, sin embargo, estos no son los elementos clave para definir el avance o estancamiento en la reforma migratoria.

Por el contrario, el verdadero terreno donde se juega el éxito o el fracaso se encuentra en los debates políticos e intereses partidistas que tienen lugar en el Senado y en la Cámara de Representantes en Washington DC.

Es por este motivo que el paso conseguido el pasado 28 de junio, cuando el Senado aprobó el texto de la reforma migratoria, representa un avance tan significativo como alentador para las perspectivas de cambio. Para que estos avances puedan tener éxito deberá darse un equilibrio sutil de intereses entre republicanos y demócratas que deberá armonizar un amplio abanico de demandas.

Las dos demandas claves que piden los republicanos para no “torpedear” la reforma son las siguientes:

Primero, aumento de la seguridad fronteriza. El Presidente Obama, consciente de que para hacer prosperar la reforma debe hacer concesiones, ha aumentado el presupuesto para emplear en la frontera un número mayor de guardas fronterizos. Se pasará de los 20 mil actuales a 40 mil.

Además, se ampliará en otros 1,100 kilómetros el muro fronterizo y se dotará a la frontera de tecnología militar como la utilizada en Afganistán.

Por ello el “Grupo de los Ocho” (conformado por 4 republicanos y 4 demócratas) que ha participado en las negociaciones ha justificado que el Senado aprobara una enmienda que destinará una inversión multimillonaria de 30 mil millones de dólares a reforzar las medidas de protección y vigilancia, 8 mil millones del presupuesto federal a medidas de seguridad y 4 mil 500 millones a tecnología militar.
Y, segundo, concesión gradual de la ciudadanía. Uno de los puntos clave para conseguir aprobar la reforma tiene que ver con la gran resistencia que tiene buena parte de la ciudadanía estadounidense en conceder la ciudadanía de forma rápida y fácil.

Las últimas encuestas recientemente publicadas en el diario The New York Times reflejan que una prioridad es la progresividad de las concesiones a aquellos que se entiende han roto la ley con su estancia ilegal en el país.

Por este motivo, el actual texto de reforma contempla que para acceder a la ciudadanía se ha de pasar un plazo que oscila entre los ocho y diez años (tiempo durante el cual se otorga un estatus de legalidad provisional), hablar inglés, pagar una multa y pagar los impuestos atrasados.

El barco migratorio se hunde irremediablemente y necesita un rescate inmediato. Esperemos que se tenga la suficiente visión para salvarlo antes de que sea demasiado tarde, el bienestar futuro del conjunto del país depende de ello.

*Periodista español. Doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en políticas migratorias entre México y Estados Unidos. Actualmente desarrolla reportajes monográficos sobre política y economía en Oriente Medio y África del Sur.

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Amigzaday López Beltrán
Periodista mexicana radicada en Inglaterra. Fundadora de Revista Era. Ha colaborado como freelance en medios como Proceso, Democracia Abierta, Houston Chronicle y Women in Journalism.

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