Reforma Migratoria: ¿trampa o bendición?

Patricia vive en Estados Unidos desde hace nueve años cuando llegó como indocumentada a sus 14. La Reforma Migratoria propuesta por el gobierno de ese país podría darle un estatus legal y una oportunidad de hacer una vida plena. Sin embargo, la Ley que podría ser una esperanza para la joven también podría ser una trampa

ÁNGEL RAMOS TRUJILLO

 Llegó el día en el que se dio cuenta que no podía seguir estudiando. Las cuotas escolares en Estados Unidos son demasiado altas y ni trabajando todo el día tendría el dinero necesario para inscribirse a una Universidad, ya ni siquiera hablar del tiempo.

 Sin opciones y a punto de dejar ir el sueño de tener una carrera universitaria, Patricia pensó que habría que mirar atrás para tomar impulso. Así, la joven de entonces 23 años, decidió regresar a México después de vivir como indocumentada en Estados Unidos por ocho, aunque esto significaba separarse una vez más de su familia.

 “Pensé que si regresaba mi país y le echaba ganas, a lo mejor con el tiempo podría conseguir los documentos para viajar a Estados Unidos y por lo menos visitar a mi familia, aunque iba a ser triste no estar con ellos, yo sí quiero cumplir mi sueño de tener una carrera”, expresa la joven.

Patricia, quien está por cumplir 25 años, no regresó. “Las casualidades se juntaron” y apareció una oportunidad que no pudo rechazar, aunque aceptarla significaba asumir un riesgo.

 Hace un año Barack Obama, presidente de Estados Unidos, ordenó al Departamento de Seguridad Interna que personas indocumentadas con historias similares a las de Patricia no fueran deportadas.

 En consecuencia al mandato de Obama, el estado de California, donde la joven vive, decidió apoyar los estudios de jóvenes y niños que como ella, fueron llevados desde temprana edad por sus padres a los Estados Unidos.

 Patricia Molina Romero, originaria de Coatzacoalcos, Veracruz, es una dreamer, una soñadora. Cruzó la frontera a los 14 años para reunirse con su familia que cinco años atrás había llegado a Riverside, California para buscar una vida mejor.

 Mientras planeaba el regreso a México, la joven recordó el sacrificio de sus padres y su hermano mayor al cruzar el desierto a pie y el terror de imaginar a su hermana cruzar la frontera en brazos de extraños cuando era una bebé. También se recordó a ella, nerviosa, hojeando una revista en la parte trasera de un auto esperando cruzar la línea con la identificación de una muchacha que poco se parecía a ella.

 “Por eso decidí no regresarme y quedarme a aprovechar la oportunidad. Por eso apliqué para que me dieran el apoyo en mis estudios, aunque esto significó decirles que soy indocumentada, darles todos mis datos y que ellos puedan hacer lo que quieran con ellos, incluso usarlos en mi contra”, platica la veracruzana.

 SUEÑOS Y PESADILLAS

Patricia piensa que la Reforma Migratoria que Barack Obama propuso al Congreso de Estados Unidos puede ser una trampa, tal como podría serlo el programa del que ahora es beneficiaria y del que decidió asumir el riesgo.

 La reforma de Obama, además de buscar blindar la frontera con México, expone la posibilidad de, tras seguir un proceso legal, otorgar la ciudadanía a las personas indocumentadas que llegaron a ese país antes de los 16 años. Ese aspecto particular de la reforma propuesta se llama Dream Act y está en discusión desde el año 2001.

 Estos jóvenes indocumentados, los llamados dreamers por el gobierno estadounidense, eran sujetos a deportaciones hasta que, el 15 de junio de 2012, el presidente Obama ordenó la “Acción diferida para los llegados en la infancia”.

 De acuerdo con esta política todos los jóvenes entre 15 y 31 años que estén en proceso de deportación, o que tengan una orden final de remoción o de salida voluntaria, pueden solicitar una consideración que impediría la deportación por dos años, con posibilidad de renovar el lapso, aunque esto no les otorga un estatus legal.

 En la propuesta de Obama la protección para estos jóvenes sería ampliada y tendría carácter de Ley. Los beneficiados, siempre y cuando no acumulen antecedentes penales, podrían obtener una residencia temporal, con la idea de que cursen al menos dos años de estudios superiores tras finalizar la escuela secundaria o bien sirvan en el Ejército.

 Una vez transcurridos cinco años desde la concesión de la residencia temporal, podrían solicitar que la residencia se convierta en permanente, abriéndose así la posibilidad de la ciudadanía.

 Pero a Patricia la propuesta no la convence, aunque reconoce que podría verse beneficiada al largo plazo. La joven opina que los trámites son largos y que el gobierno de aquel país sigue sin reconocer del todo el beneficio que trae a Estados Unidos el trabajo de los casi 12 millones de indocumentados, 8 millones de ellos mexicanos, que viven en ese país.

 “A lo mejor yo me podría ver beneficiada pero yo no puedo pensar sólo en mi, tengo a mis padres y a mi familia que han trabajado más tiempo y más duro que yo. De nada me serviría estar aquí si a ellos se los llevan. Yo creo que este gobierno a lo mejor sí quiere ayudar, pero también quiere tener un control y cuando menos te lo esperes te botan”, agrega Patricia.

 ESPERANZA Y DECEPCIÓN

 Para Víctor Molina, Norma Romero y Mario Molina, los padres y el hermano de Patricia, la propuesta de Obama no es tan buena. Ellos llegaron a ese país siendo mayores de edad y siguen siendo propensos a la deportación inmediata pese a sus esfuerzos diarios en trabajos que nadie quiere hacer y a su vida sencilla y honesta.

 “Venimos aquí indocumentados pero pagamos un precio. El trabajo que se hace es mal pagado y te explotan, se aprovechan porque aguantas muchas cosas por miedo a que te vayan a correr. Vienes por una oportunidad, trabajas para este país que se beneficia con el trabajo barato que podrían pagarte mejor si tuvieras tus papeles en orden.

 “¿Quién va a ir a limpiar un hotel sucio, quién va a ir a trabajar pintando casas bajo el sol, quién quiere pasar horas y horas encerrado en una calurosa cocina, todo para que te paguen para sobrevivir?”, expone Patricia al referirse a la situación de sus padres y su hermano.

 En la propuesta de Obama, las personas en condiciones similares a la familia de Patricia podrán solicitar una Visa que les permita residir y trabajar en Estados Unidos, para que se les conceda deberán pagar una multa, presentar una solicitud oficial, suministrar datos biométricos, como huellas digitales, y tener un pasado limpio, sin ningún antecedente criminal.

 Las personas como ellos podrían solicitar la residencia permanente tras ocho años en posesión de ese visado, pero antes deberán aprobar un examen de conocimientos de inglés y de historia y gobierno de los Estados Unidos.

 Posteriormente, podrían solicitar la ciudadanía americana por naturalización. Para poder naturalizarse tendrían que mantener la residencia por al menos cinco años y cumplir otra serie de requisitos.

 “Eso es hacerlos esperar mucho tiempo. Los indocumentados aportamos mucho, gente como mis papás y mi hermano que trabajan mucho merecen una oportunidad de tener inmediatamente una residencia, no sólo un permiso de trabajo como es el primer paso.

 “El permiso de trabajo es por dos años, y debes de tenerlo por lo menos ocho, eso significa que cada dos años debes regresar a tu país para volver a solicitar la Visa ¿y si no te la dan? Eso es lo que ellos buscan y con eso van a separar a muchas familias”, reflexiona Patricia.

 JUEGO POLÍTICO

 Para José Jacques y Medina, ex diputado federal y activista de los derechos de los migrantes en Estados Unidos, la propuesta de Obama además de tener tintes políticos electorales es una “fábrica de deportaciones”.

 El especialista opina que la intención del gobierno de Estados Unidos no es ofrecer una salida humanitaria a los millones de personas indocumentadas que viven en ese país, sino tener el control de esa porción de la población y obligarlos a la auto deportación.

 “Ellos dicen que buscan ‘sacarlos de la oscuridad’, lo que quieren es saber quiénes son, dónde están, cuántos son para luego deportarlos porque los requisitos que piden son sólo obstáculos. Tan solo la primera instancia no podría ser cubierta por 4 millones de personas”, expone Jacques y Medina.

 El ex diputado expone que la intención de Obama es política y electoral. La evidencia más clara fue la ejecución de la acción diferida en la víspera de la elección en la que logró reelegirse ya que sabía que el voto de los migrantes e hijos de migrantes, especialmente de los latinos, era definitivo.

 “Si Obama tuviera realmente una intención humanitaria habría detenido todas las deportaciones mientras que es discutida la reforma, pero no, las deportaciones están a la orden del día, el Departamento de Seguridad Interna tiene la cuota de deportar como mínimo a mil 400 migrantes cada día, esto es como mínimo”, indica el activista.

 De acuerdo a estimaciones de la Universidad Veracruzana 35 mil veracruzanos fueron deportados en los últimos dos años. En contraste, cada mes cerca de 2 mil salen de sus ciudades y comunidades en busca del sueño americano, según el investigador Carlos Garrido Calleja.

 Jacques y Media explica que gente como Patricia podrían alcanzar eventualmente un estatus legal ya que el gobierno de Estados Unidos busca conservar a la gente preparada que pueda servir a su economía siguiendo una política que describió como “identificación de cerebros”.

 Sin embargo, trabajadores sin preparación como los padres y el hermano de Patricia, que son mayoría en ese país, verían muy difícil la posibilidad de alcanzar una residencia y mucho menos la nacionalidad, añade el activista.

 “Esto lo vemos en las prioridades de la reforma de Obama, la prioridad no es legalizar a los migrantes, la prioridad es militarizar y blindar la frontera con México y asegurar la mano de obra temporal, huésped, que beneficia a las empresas porque los trabajadores no generan derechos”, apunta el ex legislador.

 LUCHAR POR UN SUEÑO

 Gracias al apoyo económico del gobierno de California, Patricia pudo ingresar este año al College (una escuela de estudios generales antes de iniciar una carrera) después de quedarse casi dos años sin estudiar por la falta de recursos y de tiempo.

 Su sueño es estudiar Matemáticas en la Universidad de Berkeley, en San Francisco, que además es una de las instituciones más prestigiosas de los Estados Unidos.

 Mientras el Congreso de aquel país “generoso y cruel”, como lo describe Patricia, discute la reforma migratoria, ella trabaja medio tiempo como vendedora en una tienda de descuentos y el resto del día lo pasa en su escuela, la Universidad Comunitaria de Riverside, donde lleva calificaciones de excelencia.

 Patricia platica que la mitad de su sueldo se lo entrega a sus padres para ayudar en los gastos de la casa y el resto lo ahorra con miras a Berkeley.

 “Enfrentar la vida aquí me ha costado mucho. Puedes conocer mucha gente pero siempre te sientes solo, vives en un mundo muy solo porque te la pasas trabajando para sobrevivir.

 “Yo siento una combinación de agradecimiento y de coraje hacia este país. Al final yo creo que quiero regresar al mío, quiero llevar mis conocimientos y ayudar en algo, enriquecerlo, para que en el futuro ojalá ya nadie tenga que abandonar su hogar por necesidad”, dice Patricia frente al monitor de su computadora, a miles de kilómetros de distancia, y pese a eso, pueden sentirse hasta acá sus emociones: una combinación de frustración y esperanza.

 *Originario de Coatzacoalcos. Estudió Periodismo en la Universidad Veracruzana. Quería contar historias de ficción hasta que comprendió que contar las reales era más importante, por eso se dedica al periodismo. Actualmente escribe en el periódico Imagen de Veracruz.

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Amigzaday López Beltrán
Periodista mexicana radicada en Inglaterra. Fundadora de Revista Era. Ha colaborado como freelance en medios como Proceso, Democracia Abierta, Houston Chronicle y Women in Journalism.

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